Con motivo de recordar el nacimiento del Padre Mario Ruiz S.J, hoy jueves 20 de mayo, invito a mirar su legado, su testimonio como jesuita en la fe y la justicia y su entrega generosa a nuestra comunidad; por eso, miremos desde el corazón lo escrito por uno de nuestros Profesores.
Quiso Dios que su Hijo naciese en condiciones tan humildes que las mismas, lejos de denostarlo, lo glorificaron. Así también, preparó nuestro Señor el hogar de unos simples fieles, para que el padre Mario Ruiz Rivas viese la luz de este mundo. Los valores cristianos, el amor familiar, la palabra amable, la actitud prudente, el gesto solidario y la cortesía natural, mecieron su cuna. Sin lugar a dudas, Dios le tenía reservada una tarea muy principal que desempeñó con enorme esmero, cariño, voluntad e interés: “irradiar sus mandamientos a las ovejas del Buen Pastor, como un manso cordero en medio de lobos”. ¿Cuántas veces el padre Mario, logró regocijar el corazón de Jesucristo con sus prédicas y acciones? Con seguridad, las mismas con que lo hacen sus ángeles. Imaginemos a nuestro sacerdote frente a Jesús diciéndole: “Les comuniqué las palabras que Tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que Tú me enviaste”. (Jn 17,8).
Mario Ruiz Rivas, siervo de los siervos de Dios, apóstol de Jesucristo en la tierra, tú que encantaste y repletaste las verdes y plácidas praderas de nuestro Señor con tu voz, tu sonrisa, tu calidez; fuiste tan grande (dentro de tu humildad) que nos dejaste tu noble corazón para que hoy palpite junto al nuestro. Supiste ser el fuego Divino que reúne y da vida al pueblo de Dios. ¡Cómo te hubiesen querido tener entre los suyos, todos aquellos que han luchado y luchan por la paz, el amor y la justicia¡. Ciertamente, no dudarías en estar ahí al servicio de ellos.
Atentos Pedro y Pablo, abrid paso en el cielo a Mario, hijo de Dios que retoma su lugar en el banquete celestial. Atento Ignacio de Loyola, guardad el espacio que Mario se ha ganado a vuestro lado. Atento Francisco de Asís, que el pobre y humilde hermano Mario apela por vuestra compañía. Atento Don Bosco que en Mario tenéis a un maestro que educa y forma apuntando al corazón del alumnado. Atento Pedro Nolasco, que en Mario tendréis al soldado de Dios, que dará su vida por la salvación de un cristiano. Atento Santo Domingo de Guzmán, que en Mario encontraréis al extraordinario predicador que buscáis. Atento San Agustín, que ya podéis contar con la sabiduría bíblica de Mario. Atento Damían de Molokai, si necesitáis de religiosos para entregar cariño, predicar el santo evangelio y curar las heridas de vuestros leprosos, Mario estará contigo. Atento Martín de Porres, que en el sumiso padre Mario tendréis quien os ayude con vuestra escoba para que limpiéis la casa de Cristo.
Mario, eso fuiste en la tierra, eso eres y serás en la otra vida al lado de tu padre Dios.
Venerado Padre Mario Ruiz Rivas, el ángel que fue humano, el pobre entre los pobres, el humilde entre los humildes, el que fue capaz de despojarse de todo cuanto tenía por seguir a nuestro Señor Jesús y que se volvió rico en todo cuanto había dejado. Ahora que ya no estás físicamente con nosotros, nos preguntamos ¿dónde podríamos encontrar un bosque abundante de Marios Ruiz?
Prof. Omar Gaete Riquelme
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